De la famosa fábula de Esopo y de toda una tradición popular nos viene la imagen de la ahorrativa y previsora hormiga en contraposición a su derrochadora vecina la cigarra. A pesar de esta imagen positiva del citado insecto, en el ámbito de la economía doméstica la hormiga no es un símbolo de buena gestión económica; por el contrario, hace referencia a los pequeños gastos diarios que se realizan sin control por considerarlos nimios, y que, en conjunto, sí suponen un buen pellizco a nuestras cuentas. Sobre su detección, control y gestión hablamos en este artículo.
Detección de los “gastos hormiga”
Al igual que las hormigas que, poco a poco, se llevan migas de pan o trocitos de hojas, pero que con el tiempo terminan por llevarse toda una rebanada o una rama entera, los pequeños gastos de nuestra cotidianidad sumados a medio plazo pueden dar como resultado una cifra que puede sorprendernos y sobre la que no tenemos, por lo general, ningún control. Un ticket de aparcamiento, las palomitas del cine o el café de media tarde son ejemplos recurrentes de gastos sobre lo que no recae nuestra previsión económica mensual y que descuadran nuestro presupuesto.
Lo primero que debemos hacer es identificar estos pequeños gastos antes de aprender a contenerlos. Es un ejercicio diario que nos reportará sorprendentes beneficios, tanto como análisis de nuestra actitud como consumidor como desde el punto meramente económico. Así, debemos identificar esos gastos y multiplicarlos por su recurrencia: tantos boletos de lotería a la semana, tantos al mes y, finalmente, su suma anual. Si extendemos esta práctica nos daremos cuenta de cuánto nos cuesta al año la cerveza de los viernes al salir del trabajo, los cortes de pelo, los periódicos, el tabaco o las golosinas; advertimos que el monto resultante siempre sorprende al consumidor.
Es recomendable anotar estos gastos conforme se realicen, al final de la jornada o conforme lo vamos haciendo. Las facilidades para registrar esta información que proporcionan los dispositivos electrónicos móviles es una baza a nuestro favor.
Controlar los “gastos hormiga”
Lo primero que debes hacer es comparar estos pequeños gastos con los más importantes, como las facturas de consumo energético o el carro de la compra semanal. Si tienes dificultades para hacer frente a estos debes plantearte reducir aquellos derivados de la satisfacción personal que, aunque importantes, tendrán que ser controlados para ajustar nuestra economía.
Son dos las pautas que deben seguirse para que triunfemos sobre los “gastos hormiga”
- Estimación de ahorro y planificación
Como hemos comentado, estimar una meta concreta nos animará al ahorro, porque se hará más patente nuestra capacidad ahorrativa. La cuantía de este objetivo dependerá, como es lógico, de nuestro presupuesto, pero es aconsejable que sea algo ilusionante como una matrícula para unos nuevos estudios, los regalos de Reyes o un ansiado viaje. Todo es poco para conseguir darnos un empujón.
- Control y registro de los pequeños gastos accesorios
Una vez hechos estos números no será más sencillo calcular cuánto queremos ahorrar y de dónde podemos “rascar” esos euros. Sin entrar en una dinámica en la que bajo ninguna circunstancia nos permitamos un capricho, si es esencial para que la fórmula funcione el no sucumbir inmediatamente a nuestras apetencias. Para evitarlo, tener asignado un presupuesto semanal para cubrir estos “deslices” nos evitará vernos obligados a renunciar a esa cerveza o ese tapeo sin salirnos del plan de gastos que hemos estimado.
Como último consejo de Cashper, especialista en préstamos rápidos con Asnef, aconsejamos llevar un control estricto de pellizco de nuestro presupuesto que suponen los gastos hormiga. Con una revisión mensual podremos estimar nuestra capacidad real de ahorro y en qué conceptos y cantidades este insecto está devorando nuestra cuentas.
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